Los años electorales suelen estar marcados por la incertidumbre. En el caso peruano, el riesgo político históricamente ha afectado la inversión, el empleo y la confianza empresarial. Sin embargo, el contexto que se proyecta hacia el 2026 presenta matices distintos: una economía en recuperación, un mercado laboral más estable y empresas que, aunque cautelosas, no han detenido su agenda estratégica.
La información presentada a continuación se basa en análisis y proyecciones de APOYO Consultoría, así como en encuestas a CEO's y líderes empresariales realizadas en 2025 y el estudio de Vinatea y Toyama para entender el entorno económico y laboral rumbo al 2026.
Tras un 2025 de recuperación sólida y generalizada, el Perú llegaría al 2026 con un crecimiento económico cercano al 3.0%, similar al del año previo. Este escenario base sugiere continuidad más que ruptura, incluso en un año electoral.
Además, el entorno internacional favorable y los altos términos de intercambio aportarían un respaldo adicional al desempeño económico del país.
En el ámbito laboral, se espera un crecimiento más homogéneo del empleo formal privado. La masa salarial del sector formal privado crecería alrededor de 5.2% en términos reales en 2026, una desaceleración frente a 2025, pero aún consistente con un mercado laboral dinámico.
Este comportamiento refleja un ajuste más gradual que un freno abrupto, incluso en un contexto electoral.
Históricamente, los años electorales en el Perú han sido disruptivos para la economía. La evidencia muestra:
Este patrón explica por qué las elecciones suelen ser vistas como un riesgo para el crecimiento y el empleo.
Pese a la experiencia histórica, el 2026 presenta factores que moderarían el impacto electoral:
Todo indica que el impacto sería más acotado y selectivo.
Las presiones salariales se mantendrán similares a las de 2025. De hecho, 7 de cada 10 empresas planean aumentar salarios, especialmente para mandos medios y operarios.
La escasez de talento sigue siendo uno de los principales desafíos: el 89% de las empresas reporta dificultades para encontrar mano de obra calificada.
La brecha entre oferta y demanda de talento digital continúa ampliándose. El 88% de los líderes del área de data indica que esta brecha ha aumentado. Las principales barreras para contratar siguen siendo las altas expectativas salariales y la falta de oferta calificada.
La adopción de tecnología y IA es una prioridad creciente para la Gestión Humana. Más allá de la automatización, el foco estará en el impacto sobre la productividad y en la necesidad de desarrollar nuevas habilidades.
La inseguridad se ha convertido en una de las principales preocupaciones tanto para la población como para el empresariado. Este factor influye directamente en decisiones sobre presencialidad, bienestar y seguridad laboral.
El entorno político-regulatorio añade complejidad. El Congreso continúa siendo percibido como un freno para el desarrollo empresarial, con un alto número de iniciativas laborales de corte populista, especialmente en años electorales.
En paralelo, el nivel de conflictividad laboral se percibe como moderado, con expectativas de estabilidad o ligero aumento. Las principales causas de los reclamos están asociadas a factores internos: mala gestión de jefaturas y deficiencias en la comunicación interna.
En este contexto, la Gestión Humana debe mantener el foco en la estrategia del negocio, priorizando:
El escenario hacia el 2026 muestra que, si bien el proceso electoral introduce un componente natural de cautela, no se espera un freno generalizado de la actividad económica ni del mercado laboral. Para la Gestión Humana, esto implica un cambio de enfoque: pasar de una lógica defensiva a una gestión estratégica del riesgo.
Más que postergar decisiones, las organizaciones deberán priorizar mejor. La evidencia sugiere que las empresas no dejarán de invertir en talento, pero sí serán más selectivas, buscando asegurar productividad, continuidad operativa y sostenibilidad del negocio en un entorno incierto.
En este contexto, RR. HH. cumple un rol clave como socio estratégico, anticipando escenarios y acompañando a la organización en decisiones críticas como:
Asimismo, el 2026 exigirá fortalecer la confianza interna. En momentos de incertidumbre externa, la comunicación clara, consistente y oportuna se vuelve un activo estratégico para contener la ansiedad de los equipos, reforzar el compromiso y sostener la productividad.
La tecnología también jugará un rol central. La adopción de herramientas digitales y soluciones de automatización permitirá a RR. HH. tomar decisiones basadas en datos, optimizar procesos y liberar tiempo para tareas de mayor impacto estratégico, como el desarrollo de talento y el liderazgo.
Finalmente, prepararse para el 2026 implica asumir que los desafíos más relevantes no provienen únicamente del calendario electoral, sino de tendencias estructurales: escasez de talento, brechas de habilidades, presiones salariales e inseguridad. Las organizaciones que logren anticiparse y gestionar estos retos con una mirada integral estarán mejor posicionadas para atravesar el año electoral con resiliencia y foco en el crecimiento.