La felicidad organizacional hace referencia al nivel de bienestar y satisfacción que las personas experimentan en su lugar de trabajo. No se trata únicamente de emociones positivas momentáneas, sino de una experiencia sostenida en el tiempo, que abarca dimensiones como el sentido de propósito, el reconocimiento del trabajo realizado, el compromiso con la organización y la percepción de un entorno laboral saludable y sostenible. En otras palabras, es una manifestación del vínculo emocional entre los equipos y la empresa, con impacto directo en variables clave como la productividad, la retención del talento y el clima organizacional.
Para evaluar la felicidad organizacional, el estudio empleó el Net Happiness Score (NHS), un indicador construido a partir de las respuestas de los colaboradores a la afirmación “Soy feliz en mi lugar de trabajo”. Este índice, que va desde -100 a 100, refleja el equilibrio entre personas satisfechas y no satisfechas dentro de cada organización. En paralelo, la percepción de solidez financiera se obtuvo mediante una encuesta aplicada a los líderes de las empresas participantes, quienes calificaron la situación financiera de sus organizaciones en distintos niveles, desde “muy sólida” hasta categorías más bajas.
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es la disminución sostenida de la felicidad laboral a medida que las personas suman años dentro de la empresa, especialmente en las generaciones más jóvenes. Aunque la mayoría inicia su vida laboral con altos niveles de bienestar —lo que se conoce como la “fase de luna de miel”— ese entusiasmo inicial tiende a decaer con el tiempo. Este comportamiento, más marcado entre Millennials y personas de la Generación Z, sugiere que muchas organizaciones enfrentan desafíos para mantener el compromiso emocional más allá del primer año. En contraste, en generaciones mayores, la experiencia acumulada parece ofrecer mayor estabilidad. En el caso de los más jóvenes, mantener viva la motivación requiere de estrategias concretas enfocadas en desarrollo profesional, reconocimiento oportuno y sentido de propósito.
Los resultados del estudio muestran diferencias claras entre las organizaciones con mayores niveles de bienestar y el resto. Entre las empresas que se ubican en el Top 10% del Net Happiness Score (NHS), un 29% declara estar en el nivel más alto de solidez financiera (“muy sólida”), frente a solo un 20% en el resto de la muestra. En otras palabras, formar parte del grupo de compañías más felices se asocia con una percepción más fuerte de estabilidad financiera. Este hallazgo sugiere que el bienestar interno puede actuar como una señal de estructura sólida al interior de la organización. Las empresas con ambientes laborales positivos no solo cultivan un mejor clima entre sus equipos, sino que también mantienen una visión más optimista sobre su salud financiera. Esta tendencia coincide con estudios previos que han demostrado que culturas organizacionales saludables se vinculan con mejores niveles de productividad, menos ausentismo y mayor eficiencia. Para las y los líderes empresariales en Perú, el mensaje es claro: el bienestar de los equipos puede ser una alerta temprana sobre la capacidad de resiliencia y solidez de una empresa, especialmente en contextos altamente cambiantes.
Distribución de empresas que se perciben como “muy sólidas” financieramente, según si pertenecen (izquierda) o no (derecha) al Top 10% en felicidad organizacional (NHS). En azul, porcentaje de empresas “muy sólidas”. En celeste, empresas que no alcanzan ese nivel de solidez.
Cuando los líderes empresariales valoran positivamente la situación financiera de sus compañías, esa percepción suele estar respaldada por resultados concretos. Distintas investigaciones han demostrado que existe una conexión significativa entre la percepción interna de fortaleza económica y el rendimiento real de las organizaciones.
¿Y qué nos dicen todas estas evidencias? Que la percepción financiera de los líderes no es una expresión ligera ni una intuición sin fundamento. Por el contrario, suele estar alineada con condiciones reales de estabilidad. En ese sentido, la confianza interna sobre la solidez económica de una empresa puede ser un indicador temprano del desempeño futuro. Las percepciones de quienes lideran importan: están fuertemente conectadas con cómo le va a la organización en indicadores concretos y en su capacidad de proyectarse con éxito en el mediano plazo.
Un hallazgo especialmente revelador del estudio tiene que ver con cómo gestionan el bienestar de su gente aquellas empresas que se perciben como financieramente sólidas. El análisis comparó la implementación de seis prácticas clave de bienestar laboral entre organizaciones con alta y baja percepción de solidez financiera. El resultado fue consistente: las compañías con mejor salud económica tienden a aplicar con mayor frecuencia estas iniciativas. Por ejemplo, un 67 % de las empresas que se declaran sólidas afirma tener programas de liderazgo activos, frente a un 53 % entre el resto. También se observaron diferencias relevantes en cuanto a actividades de integración (team building), programas de voluntariado formal y esquemas de beneficios flexibles. Todas estas prácticas contribuyen a fortalecer el clima laboral y el compromiso de los equipos, lo que podría explicar su mayor presencia en empresas que destacan tanto en bienestar como en desempeño organizacional.
En cambio, al observar políticas más tradicionales como las de remuneraciones o la entrega de días adicionales de vacaciones, no se encontraron diferencias significativas entre los dos grupos. Esto sugiere que no se trata únicamente de destinar más recursos, sino de orientar los esfuerzos hacia prácticas que realmente impacten en la cultura, el propósito común y la cohesión interna. Para los líderes empresariales, la conclusión es clara: ciertas iniciativas consideradas “blandas” —como el liderazgo, el trabajo en equipo, el voluntariado y la flexibilidad— pueden tener efectos concretos en la forma en que las personas se sienten y rinden dentro de una organización.
Gráfico de prácticas de bienestar implementadas (% de empresas) según la autoevaluación financiera: empresas “sólidas” (círculos celestes) vs “no sólidas” (círculos morados). Se incluyen seis prácticas comunes (marcadas con * cuando la diferencia es significativa).
Una de las formas más efectivas de conocer el nivel de felicidad dentro de una organización es a través de Building Happiness, una medición desarrollada por Buk y aplicada en más de mil empresas de Perú y otros países de la región. En esta evaluación, las y los colaboradores responden si se sienten felices en su lugar de trabajo, junto con otras 27 preguntas que abordan dimensiones como bienestar, compromiso, valoración y sostenibilidad. Con esa información se construye el Net Happiness Score (NHS), un indicador que permite evaluar el estado del bienestar organizacional y compararlo con empresas similares del país y del sector. Participar en esta medición entrega un diagnóstico claro y accionable, útil para tomar decisiones de gestión basadas en datos concretos.
Las organizaciones que cultivan culturas internas sólidas y colaborativas suelen estar mejor preparadas para enfrentar escenarios económicos complejos. Tienen mayor capacidad de adaptación, logran mantener la motivación del equipo y sostienen la productividad incluso cuando otras atraviesan momentos difíciles. En ese sentido, apostar por el bienestar de las personas funciona como un amortiguador estratégico frente a la incertidumbre: fortalece la retención del talento, eleva los niveles de compromiso y permite que la empresa afronte crisis con una base interna más estable y resiliente.
Lejos de ser un beneficio accesorio o una tendencia pasajera, la felicidad organizacional se posiciona —con base en los resultados de este estudio— como una pieza fundamental del rendimiento empresarial. Los datos hablan por sí solos: las empresas que fomentan activamente el bienestar de sus equipos no solo proyectan una percepción más sólida de su situación financiera, sino que también implementan prácticas que fortalecen culturas organizacionales más sanas, comprometidas y resilientes. Por eso, en lugar de ver las iniciativas de bienestar como un gasto a recortar en tiempos complejos, es momento de reconocerlas como una inversión con retornos concretos en motivación, innovación y sostenibilidad a largo plazo.
¿El siguiente paso? Medir y gestionar el bienestar en tu propia organización. Herramientas como el Net Happiness Score permiten contar con datos confiables para comparar tu situación frente a referentes del país o la industria, y tomar decisiones de gestión más acertadas. Te invitamos a conocer el estudio completo Building Happiness 2025 y a repensar el rol que juega la felicidad laboral en tu estrategia empresarial. Porque, al final del día, cuidar el bienestar de las personas no solo transforma la experiencia de trabajo: también ayuda a construir empresas más sólidas, adaptables y listas para enfrentar los desafíos del futuro.