Conciliar la vida laboral con la maternidad sigue siendo uno de los mayores desafíos para las mujeres en América Latina. Aunque cada vez más empresas implementan políticas de flexibilidad, los resultados aún son insuficientes: las madres trabajadoras reportan menores niveles de satisfacción laboral, índices altos de agotamiento y una sobrecarga significativa que no enfrentan en igual medida otros grupos.
Estos hallazgos se reflejan con claridad en el estudio Radiografía de las Mujeres en el Trabajo 2025, elaborado por Buk, que recopila la percepción de más de 5.700 personas en Chile, Colombia, México y Perú. El análisis revela importantes brechas en la experiencia laboral de las mujeres que maternan, y abre una conversación necesaria: ¿están funcionando realmente las estrategias de flexibilidad? ¿Qué más se puede hacer para mejorar su calidad de vida laboral?
Uno de los factores que explica esta menor satisfacción es la doble carga que enfrentan muchas madres: además de cumplir con sus responsabilidades laborales, asumen la mayoría de las tareas domésticas y de cuidado, lo que genera una sobrecarga constante.
Según la CEPAL:
Esta desigualdad impacta directamente en la percepción de bienestar, autonomía y disfrute tanto en el ámbito personal como laboral.
La sobrecarga también se manifiesta en indicadores de salud mental. El burnout —una forma de estrés crónico derivado del trabajo— afecta con mayor frecuencia a las mujeres, sin importar si son madres o no. Según el estudio de Buk:
Estas diferencias entre hombres y mujeres reflejan cómo las responsabilidades de cuidado y las condiciones laborales desiguales influyen de manera directa en el nivel de estrés de las mujeres, especialmente de aquellas que maternan. Diversos estudios, como el de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), han advertido que las mujeres en América Latina asumen una carga desproporcionada de trabajo no remunerado, lo cual, sumado a sus responsabilidades laborales, contribuye significativamente al estrés y la fatiga crónica.
Pese a los avances en modalidades como el teletrabajo o los horarios flexibles, estas medidas no han sido suficientes para garantizar una mejor experiencia laboral para las madres. De hecho, ellas son el grupo con menor nivel de satisfacción con su jornada y la flexibilidad que les ofrece.
Los datos muestran una realidad clara: las mujeres, especialmente aquellas que son madres, están menos satisfechas con su jornada laboral, enfrentan una doble carga de trabajo (remunerado y de cuidados) y reportan niveles elevados de burnout frecuente.
Ante este panorama, mejorar su satisfacción laboral no se trata solo de ofrecer políticas de flexibilidad, sino de diseñar soluciones alineadas con sus necesidades reales y cambiantes. Esto implica escuchar, evaluar e impulsar una transformación cultural profunda en el ámbito organizacional.